Red Española de Reservas de la Biosfera

 

Ordesa - ViñamalaOrdesa Vinamala

La Reserva de la Biosfera de Ordesa-Viñamala que tiene el honor de ser una de las dos primeras declaradas en España, es una de las mejores representaciones de los ecosistemas de montaña del Pirineo ligados a formaciones de erosión y glaciarismo, y extensas formaciones vegetales de singular valor. Asimismo, alberga especies de flora y fauna singulares dentro del contexto regional e internacional, muchas de ellas con algún grado de amenaza, cuya conservación es fundamental para el mantenimiento de la diversidad biológica

Entre los paisajes destaca los propios de alta montaña, con imponentes glaciares y formaciones provocadas por la erosión glaciar, bosques mixtos caducifolios, pinares de pino negro, abetales, pastos de alta montaña, etc., y especies de alto valor como el quebrantahuesos, el sarrio, el desmán de los Pirineos, la perdiz nival, el urogallo o el pito negro, y entre las especies de flora, árboles como el pino negro, el abeto blanco, tejos, abedules, etc., y especies de menor porte como el edelweiss o el zapatito de dama.

La Reserva de la Biosfera de Ordesa-Viñamala se concibió amparada en la figura del Parque Nacional de Ordesa declarado en 1918, entonces con 2.166 hectáreas, y la Reserva Nacional de Caza de Viñamala, declarada en 1966. Posteriormente, se incorporó a la denominada Red Natural de Aragón, mediante la ley 8/2004, lo que supuso un relanzamiento y un compromiso para la potenciación de la Reserva y su área de influencia socioeconómica.
 

PATRIMONIO NATURAL
La Reserva de la Biosfera se encuentra ubicada en pleno Pirineo Central aragonés, en los sectores denominados "Pirineo axial" (Viñamala, Panticosa y Aguas Limpias) y "Sierras Interiores" (Tendereña y Macizo de Monte Perdido).

Su morfología característica está constituida por las típicas estructuras hercínicas y alpinas de la cordillera, con litologías de los ambientes pirenaicos (granítica, metasedimentaria y de cobertera), con un relieve glaciar de marcada intensidad (horns, crestas, circos, cubetas con lagos, etc.).

La Reserva alberga un conjunto de paisajes de alto valor ecológico, fruto de las condiciones físicas y biológicas de su territorio. La variable altitudinal es muy notable, lo cual provoca que en este territorio se engloben muy diferentes fitoclimas, desde el submediterraneo a los de carácter alpinizado y casi nivales de las cúspides.

Así, se pueden establecer grandes unidades biogeográficas dentro de la Reserva, como roquedos desnudos de alta montaña con retazos de prados, prados y matorrales de puerto, pinares de Pinus uncinata, bosques mixtos de pino silvestre y caducifolios con abetos, abedulares, bosques mixtos caducifolios, pinares de pino silvestre, quejigares, hayedos, abetal-hayedo, mosaico de matorrales de boj bajo pinar y vegetación rupícola en escarpes de ladera.

La Reserva de la Biosfera alberga una gran cantidad de especies con relevancia para la conservación de la diversidad biológica a nivel de especies, por ser endemismos locales y regionales, tratarse de especies "ingenieras" o "paraguas" o por el grado de amenaza que presentan sus poblaciones.
 
PATRIMONIO CULTURAL Y PAISAJE
La Reserva de la Biosfera se asienta en un territorio que ha sabido compatibilizar a lo largo de la historia la conservación de su diversidad biológica y la utilización racional de los recursos que ésta proporcionaba a los múltiples asentamientos humanos que se han venido sucediendo.

Encrucijada de caminos, su situación en un área de montaña frontera ha propiciado el enorme valor cultural y etnográfico presente en la Reserva. En ella se pueden encontrar numerosos restos del gran número de pueblos que pasaron por dichas tierras.
Existen restos de presencia humana del Neolítico Medio, Edad del Bronce y del periodo Megalítico como los túmulos de Ordesa, la cueva de Tella, etc.

Asimismo, el aprovechamiento agrícola, ganadero y forestal que desde antaño han llevado a cabo las poblaciones asentadas en la Reserva y sus alrededores, ha propiciado el espectacular paisaje que se puede disfrutar en la actualidad, y de los cuales se conservan construcciones arquitectónicas típicas de estos tipos de aprovechamientos, sobre todo las agrícola-ganaderas de almacenamiento, cercamiento de ganado, cabañas de pastores, etc.

La multitud de pueblos que han existido en estas zonas y los aprovechamientos que han realizado de sus recursos naturales han propiciado la existencia de una cultura y tradición llena de arquitectura, leyendas y ritos relacionados con la naturaleza y las montañas, fruto de los cuales en la actualidad se puede disfrutar de danzas, fiestas populares que recuerdan acontecimientos históricos, carnavales, leyendas sobre ibones, árboles monumentales, etc.

Desde el punto de vista lingüístico, pervive en la región una lengua romance llamada aragonés que se manifiesta en las modalidades propias de cada uno de los valles pirenaicos que conforman la Reserva.
 
SOCIOECONOMÍA DE LA RESERVA
Gran parte del paisaje y de los tipos de ecosistemas que hoy existen en la Reserva son fruto de la coexistencia del ser humano y el medio natural. Hasta el momento, estos aprovechamientos han sabido compatibilizar la conservación con el uso de los bienes y recursos que proporcionaba el medio, por lo que puede considerarse como un ejemplo de modelo de desarrollo sostenible.

Sin embargo, en la actualidad, como en muchas otras zonas de montaña, el territorio de la Reserva constituye un espacio de montaña cuya estructura productiva tradicional, basada en la ganadería y la actividad forestal, ha sido transformada totalmente en las últimas décadas.
En la actualidad las comunidades locales dependen de manera muy estrecha del sector turístico, bien por ser la actividad productiva principal, como por ser una ayuda complementaria para aquellos que realizan actividades del sector primario, ganadería principalmente (la cual mantiene todavía cierta importancia y es fundamental para el mantenimiento del paisaje) y pequeñas empresas de transformación de productos endógenos.

Y es que el lugar donde se enclava la Reserva de la Biosfera presenta enormes valores naturales, culturales y deportivos. Las principales actividades turísticas se corresponden con las actividades de montañismo y senderismo, así como deportes activos, barranquismo, rafting, etc., (siempre fuera de la zona núcleo) y con los deportes de nieve (estaciones de esquí alpino de Formigal y Panticosa y de esquí de fondo en Fanlo, Pineta y Panticosa).

También la presencia de aguas termales (Balneario de Panticosa) y otro tipo de actividades deportivas como la caza y la pesca, hacen de la Reserva una zona con innumerables atractivos, que se confirman en los aproximadamente 1.500.000 visitantes anuales.
 
CONTRIBUCIÓN DE LA RESERVA AL DESARROLLO SOSTENIBLE
El nivel de protección en este espacio ha propiciado una gestion orientada a los tres fines básicos que define la legislación ambiental aragonesa, conservación de la naturaleza, promoción y desarrollo socioeconómico y esparcimiento y disfrute público, que coinciden en gran parte con los objetivos básicos de las Reservas de la Biosfera (conservación, desarrollo socioeconómico y apoyo logístico).

Las subvenciones concedidas en el ámbito de las Reservas de Caza y del Parque Nacional, para ayuntamientos, empresarios y entidades sin ánimo de lucro, han ido encaminadas a promover el desarrollo sostenible de este territorio.

Turismo para todos, Reserva para todos. Dentro del objetivo de contribuir al desarrollo sostenible y para llegar a un mayor número de población, se han llevado a cabo diferentes actuaciones para adecuar infraestructuras de uso público para personas con algún tipo de discapacidad (motriz, sensorial, etc.) o simplemente personas mayores con movilidad reducida. Así, se han adecuado senderos como el de la pradera de Ordesa e instalaciones del entorno, el Sendero a la ermita de Santa Elena en Biescas. También el Centro de Visitantes de Torla, el Centro de Interpretación de Casa Oliván, oficinas de información del Parque Nacional, se han adaptado para poder ser visitados por TODOS.

La accesibilidad se debe entender como un servicio más y una conquista social indiscutible que posibilita el disfrute en la naturaleza por TODOS, y que a su vez se convierte en un recurso más y en un motor de desarrollo para el territorio de la Reserva de la Biosfera.
 
USO PÚBLICO Y TURISMO
El turismo ha supuesto un aporte económico fundamental para las comunidades que se asientan en la zona, dado la decadencia económica y social que han sufrido a lo largo del pasado siglo las zonas rurales de alta montaña.

Sin embargo uno de los problemas existente en el sector turístico es la falta de coordinación y regulación (salvo en la zona núcleo, donde el Parque Nacional gestiona y controla las diferentes infraestructuras de Uso Público, así como la afluencia y control de visitantes y actividades turísticas que se realizan).

Los efectos negativos más destacables son los relacionados con la gran estacionalidad, pudiendo superar la capacidad de carga de diversas zonas.

Como experiencia de gestión para subsanar este problema destaca el Plan de Acceso al Valle de Ordesa, que regula la entrada al parque por el sector de Torla. El sistema, implantado en 1998, ha sustituido el acceso de vehículos privados en las épocas del año de más visitantes, a través de una línea de autobuses y de un parking en Torla. El sistema permite la presencia de un máximo de 1.800 personas simultáneas en este sector del parque, y este servicio es usado anualmente por unos 120.000 visitantes. De este modo, se han mitigado los problemas ambientales y de seguridad que el acceso libre generaba.

En la actualidad este territorio se enfrenta al reto de seguir compatibilizando los usos tradicionales con los nuevos usos turísticos que se están desarrollando, si bien la población es plenamente consciente de la necesidad de conservar el patrimonio natural, que es la base de su desarrollo.
 
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+Fotos: Diane McAndrew  |  Victor Andrés

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